el aprendiz de brujo (833): lágrimas

Están ahí, tendidas en la cuerda
junto a la ropa sin cuerpos
mis lágrimas.
Las reconozco, tienen mi forma,
mi manera de ser.
Quizás el aire, el sol, las seque
sin dejarlas caer a la tierra que piso.
También es posible
que me ayuden a regar la siembra
que otros hicieron.
Soy mujer, he tendido ya
muchas lágrimas al sol
y arrastro tantas otras por tender.

Autor: Begoña Abad

Ilustración: Emile Claus, “Las margaritas” (1897)

la infancia (93): los ojos de la niña

OJOS DE NIÑA

Cada regreso a salvo era una hazaña.
Iba la niña al mar, a la orilla alegre
que se alejaba y volvía a sus pies.

La niña se inclinaba y recogía una a una
las estrellas, las conchas, las algas verdes
como sus ojos de niña.

Nadie daba un duro porque lo consiguiera,
pero ella no se cansaba de salvar con sus manos tanta belleza.

En su mano de niña cabían todos los tesoros
y también un poquito de arena y otro poquito de agua.
Volvía a su sitio y seguía llenando el foso de su castillo.

Ya crecida la niña recogía palabras para escribir poemas,
nadie daba un duro porque lo consiguiera
pero la poesía acudía a sus pies como sus olas, para salvarla.

Autor: Begoña Abad

Ilustración: Esther Muntañola, “territorio de la infancia” (2020)

Poemas de Begoña Abad (VIII): las madres de Begoña

Últimamente dedico horas y horas
a mirar a mi madre.
Su lentitud y su tesón
para buscar las gafas,
para buscar las llaves,
para buscar lo que necesita.
Aprendo el modo de buscarla a ella,
para cuando me falte.

Ilustración: Van Gogh, “mujer cosiendo” (1881)

Leo el fracaso de mi madre
en unos ojos turbios, de miedos
que se anclaron en ellos.
Me quiso princesa y salí rana
que ningún príncipe supo desencantar.
Me vistió de niña y me hice mayor
antes de tiempo, de su tiempo.
Hubiera podido seguir sus pasos:
rendirme a la evidencia,
pero la evidencia me indignó
y tuve que sacarla de mis ojos,
unos ojos que aprendieron a mirar
más allá de lo que me contaron.
Donde ella puso flores, yo veía cadenas.
Donde cosía sedas yo descosía afanes.
Donde inventaba cuentos yo leía tristezas.
Me quiso dejar acompañada siempre
y siempre estuve sola conmigo.

Ilustración: Helen Allingham, “A Village Street”

MATER AMÁBILIS

Mi madre no recuerda el nombre de su madre.
Ha olvidado el camino de regreso a la vida,
no sabe usar el peine, ni la cuchara,
se pone, casi siempre, la chaqueta al revés
y revuelve cajones en su memoria,
pero siempre sonríe al escuchar mi nombre.
Mi madre no recuerda si tuvo algún amante,
si ha viajado muy lejos, si ha perdido algún tren,
dónde están sus anillos, si alguna vez fue guapa,
que le gustaba tanto el Chinchón y el café,
que las letras unidas tienen significado
y que el perro que amaba nos dejó ya hace un mes.
Mi madre me recuerda, sin amargura,
lo que yo he olvidado tan tontamente,
la oración de su abuela que me dormía
las canciones de cuna que me cantaba,
y unas romanzas moras que, en letanía,
desgrana mirando por la ventana.
Mi madre y yo sujetamos recuerdos olvidados
como podemos, a veces con dolor,
otras con risas, siempre con esperanza.

Ilustración: Helene Schjerfbeck, “Maria”

poemas de amor, versos húmedos (84)

Las que te amaron,
las que te aman,
se añaden a mis manos
cuando te toco en silencio
y las convoco, las nombro,
sin conocerlas,
porque con lo que yo te amo
no tengo suficiente
para incendiar distancias
entre tu piel y mi piel.

Autor: Begoña Abad

Ilustración: Ion Theodorescu-Sion, “Intimitate” (1931)

En mis sueños
el frío sigue siendo hermoso.

Escribo poemas verdaderos
desde la suavidad de la garra
y hablo el idioma de los delfines.

Vuelo sobre la tierra que me vio nacer
con plumasverbo de mis ancestros.

Veo voces que no me escuchan
y bailo, una a una, las notas
del silencio.

Pinto cuadros desnudos
que hablan de mis vestimentas.

No me duele nada,
ni siquiera el sueño.

La semana pasada
saboreé el éxtasis del sol
en la cúspide de tu sexo.

Y hoy, el primer beso,
bajo un paraguas de lluvia.

Autor: Paula Ensenyat

Fotografía de anka zhuravleva

Te explico la diferencia

Puedo pasar la vida
contando los exactos lunares de tu vientre,
siguiendo en el espejo tu mirada, ahuyentando
tus fantasmas; si quieres, siéndome un poco tú.
Puedo pasar la vida.
Pero vivir, amor, es mucho más que eso;
es crecer y dormir y envejecer contigo,
reñir y bromear, y no vernos a veces,
o vernos como extraños alguna madrugada.
Es la recia costumbre que de pronto fulgura
con una hermosa lumbre de pasión y demencia.

Autor: Josefa Parra

Ilustración de frida castelli

Tu siempre vas a ser la cría
Y yo el macho
Y la hembra
Todo junto.

Autor: Ana Carolina Quiñonez Salpietro

Ilustración: Romaine Brooks, “Chasseresse (Hunter)” (1920)

Todo queda atrás.
Desprovista y libre.
Como una rosa de Agadir.
Todo queda oculto
detrás del orden innecesario.
Como la innecesaria plegaria
o la innecesaria generosidad de los amantes.
Se dan y se piden porque si.
Todo queda atrás.
Las leyes y su orden.
Y este territorio de nadie.
– donde el amor muere –

Autor: Brenda López Soler

Fotografía de Kasia Derwinska, “end_of_liberty”

REVELACIÓN

Te bendigo ahora,

porque a tu lado encontré el desierto,
el vacío de las noches,
la serpentina de los sueños
decorando la amargura.

Y aprendí a estar conmigo
para no sentirme sola.

Autor: Esther Canovas

Ilustración de Alpay Efe

Poemas de Begoña Abad (VII)

Hoy tengo tiempo de amasar
con las manos algo doloridas
mi propio pan y un poco más
por si te aceras a la casa.
Hoy sacaré un rato para subir a la fuente
y a lo mejor bajar al río chico
a mirar las berrañas.
Limpiaré el barro de mis botas,
también con mis manos doloridas,
antes de subir las escaleras
de la casa de Salvia
que ha decidido marcharse en paz,
no quiero manchar lo que dejó limpio.
Hoy tengo que sacar un rato
para cantar un mantra dulce
a la puesta de sol, como hice a su salida,
y unos minutos de oración
mientras te acaricio el cuerpo cansado.
Hoy contaré las veces que doy gracias
por los besos que dejaste
ordenados en la alacena
y añadiré alguno para que no nos falten.
Otro día que no podré acudir a
las jornadas de poesía de la capital.

Ilustración; Zinaida Serebriakova, “Campesina con ollas”

Cuando la ola sabe que es mar
no necesita crecerse por encima de él,
ni necesita mover toda la arena de la playa,
le basta con batir en el instante
y retirarse después a formar parte
del todo al que pertenece.
Cuando la luciérnaga sabe que es luz
no necesita crecer por encima del sol,
ni necesita alumbrar toda la oscuridad,
se instala en mitad de un todo
que no alcanza a ver y alumbra
mientras dura la noche.
Ambas, la ola y la luciérnaga,
viven el gozo y la plenitud
como si fueran eternas.
Porque lo son.

Ilustración: Katsushika Hokusai, “la gran ola de Kanagawa” (1833)

POESÍA Y DIGNIDAD

Voy a cumplir sesenta años.
De los sesenta, más de cuarenta
sólo era eso que en el DNI
ponía, de profesión, sus labores.
Los últimos catorce
he trabajado de portera
en una finca urbana.
Cuando friego, lo hago con dignidad
y cuando termino la tarea,
en ese mismo lugar,
escribo poemas
para defender la dignidad
de los más invisibles,
por si los que la perdieron
entre visas oro y el brillo del poder
quieren hacerles creer
que no tienen derecho a ella.
Cuando miro a los ojos,
cuando hablo, respiro o lloro,
lo hago también con dignidad.

Ilustración de Richard Burlet

poemas de amor, versos húmedos (76)

Mirarte como se miran
las iglesias abandonadas
y las exposiciones
de vagones antiguos.
Temerte como se teme a un vampiro
inmune al sol
o a los amantes que ya no nos aman,
ni nos esperan,
ni nos temen.
Quererte como al primer amor,
o al último.
Quererte siempre.
Para siempre
Y no quererte nunca.

Autor: Nuria Otero

Fotografía de Danielle van Zadelhoff

 

RACIMO

El cuerpo me despierta.
Tú aún eres
un racimo al calor de la tarde,
enteramente duermes,
animal rendido,
y me llena la ternura
sin tu abrazo.
Sólo de verte así.

Autor: Esther Muntañola

Ilustración de Ramiro Ramírez Cardona

Siempre es octubre cuando te pienso
y ahora te pienso.
¿Por qué me quitaste la ropa?
¿Sabías entonces
que me quitabas el miedo
y que todos los octubres serían caleidoscopios?

Autor: Begoña Abad

Ilustración de Erica Hopper

Desmontando el amor romántico

Ella le llamaba príncipe.
Él le llevaba el desayuno a la cama
con una nota que decía:
” te quiero princesa”
Cuando el juego termine,
los dos serán reales.

Autor: María del Pilar Gorricho del Castillo

Ilustración de David Hockney

Dormida

Te buscaré en todas
mis vidas,
aunque a veces
tenga que estar
dormida.

Autor: Marisa Béjar

Fuente original: http://laplumambejar.blogspot.com.es/2017/04/

Ilustración de Anka Zhuravleva

La conquista

Sin saber a qué región llegabas
Penetraste en mi selva
Hablándome una lengua extraña
Cabalgaste mi tierra
Comiste mis frutos tropicales
Y probé de los tuyos
Sin conocer sus nombres.
Una vez doblegadas mis fronteras
Conquistaste sin pudor
Todos mis pueblos
Se exiliaron mis miedos
Y se inició la diáspora interior
De mis vacíos.
Hoy,
Flamea tu bandera
En el pico más alto de mi anhelo
Y desde allí observo
Como una multitud alborotada
Vocifera tu nombre
En el espacio abierto
De mi pecho.

Autor: Maria José Aldunate

poemas de amor, versos húmedos (69)

MORIR DE AMOR

alex-prunes-el-besoMorir de amor
al pie de tu boca

Desfallecer
la piel
de sonrisas

Sofocar
de placer
con tu cuerpo

Cambiar todo por ti
si fuera preciso

Autor: Mª Teresa Horta

Ilustración: Alex Prunés, “el beso”

pauline-boiteux-03QUE LE DEN AL POEMA

No he escrito en años
porque prefiero contemplarte a ti antes que a las páginas.

Pero lo que sería perfecto es
hacer un poema que llegase a ser la mitad de valiente
que tú cuando estás desnuda.
Lo intento un minuto:
Tu amor es mi metal; tus besos, mis remates.
Eres como el océano bajo la capa de vertido.

Que le den al poema.
Hay una cama aquí
y tú me quieres dentro.

Autor: Kate Tempest -Kate Esther Calvert-

Ilustración de Pauline Boiteux

EL PROFESOR

“Porque el deseo es una pregunta cuya
respuesta nadie sabe” (Luis Cernuda)

Guardo mis labios en el bolso
y, antes de entrar, me visto
con estos otros ojos
que miran desde lejos.
La piel vuelta cemento,
piedra, espinas.kenton-nelson-11
Todo es distancia ya,
incluso el roce.
Asesiné la tibieza
de camino hacia ti,
en el tercer peldaño.
Yace el cadáver del deseo
bajo un denso perfume
de fórmulas corteses.
Tranquilo,
el báculo del rey no caerá al suelo.
A salvo queda
tu minúsculo país de correcciones.
El profesor y la alumna,
las tablas de Moisés lo dejan claro,
nunca verán a un hombre, a una mujer,
cuando se miren.
Pero déjame, al menos,
reservarme el derecho
a saber que podríasilvina-berenguer-02
arrancarme uno a uno los botones
y, vestida de carne,
lamerte esta verdad que merodea.

Autor: Olalla Castro

Ilustración de Kent Nelson

Desliza tus dedos en mi espalda
dibujando un pentagrama
y sácame los acordes
para empezar a bailarte.

Autor: María Guivernau

Ilustración de Silvina Berenguer

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Si pudiera
secaría a besos
cada una de tus lágrimas.
Borraría con caricias
cada una de tus cicatrices.
Arrancaría de cuajo
cada puñalada recibida.
Te acunaría entre mis brazos,
aunque ni tú ni yo
tengamos edad para acunarnos.
Te susurraría al oído palabras dulces
que borraran los insultos,
que espantaran tus miedos.
Cubriría con flores tu cuerpo cansado
y velaría tu sueño
hasta desterrar tus pesadillas.

Pero la maldita distancia se interpone
y sólo puedo ofrecerte
estos pobres versos.

Autor: Silvia Cuevas-Morales

EL AMOR NUNCA ES IMPOSIBLE

ken-wong-03Entonces, como un soplo,
una hoja del árbol de los sueños
cayó a la piedra desnuda
y un temblor removió la tierra
hasta sepultarla para siempre.
El paso del tiempo,
como un sedimento oscuro y silencioso,
convirtió en milagro lo natural
y el leve peso de la hoja ausente
marcó el pedernal con su dentado borde
y aún perdura su forma original…
Hoy tu mano, una vez más,
ha quedado impresa en mi piel
y ha dejado su huella, un espacio vacío.
Cada vez que tu ternura me toca,
uno de mis órganos vitales
abandona para siempre su lugar
y yo me voy haciendo invisible.
Me pregunto cuántos espacios vacíos me contienen
y cuántos me quedan por vivir.

Autor: Begoña Abad

Ilustración de ken wong