ciudades y personas: Port-Bou

“Aunque toda la atención se centre en el túnel y en las escaleras que bajan al remolino de agua, la construcción de Karavan está compuesta por otros dos elementos: un viejo olivo y una plataforma de meditación abierta al horizonte”

(Álex Chico, “Un final para Benjamin Walter”)

Fotografía: Memorial de Walter Benjamin, agosto 2018

«Para descubrir el sentido de la vida de un ser humano deberíamos tener la certeza de que podremos asistir a su muerte» (Álex Chico)

la vida y la muerte (79). Textos de Piedad Bonnett

joan-brull-joven-1901“Sé también que podemos permanecer serenos ante la fotografía del ser que hemos perdido y unos minutos más tarde echarnos a llorar con el sabor de un plato que nos lo recuerda, o simplemente con el zumbido de una sierra en mitad de una tarde silenciosa. Que tememos olvidar la voz, el olor, quién sabe si el rostro”

vilhelm-hammershoi-33“Nadie llora , si uno de nosotros se rindiera al llanto arrastraría con su dolor a los demás”

(Piedad Bonnett, fragmentos de “Lo que no tiene nombre”)

Ilustraciones: Joan Brull y Vilhelm Hammershoi

Dos relatos de Raúl Muñoz

laurits-andersen-ring-evening-death-and-the-old-woman-1887FANTASMAS

Olvidé apagar la luz antes de salir de casa. Esto pensó mientras pedía otra cerveza. Olvidé pagar la última cerveza. Esto pensaba mientras encendía la luz de su habitación. Olvidé cerrar con llaves antes de salir de casa.

Algo más preocupado miró si había alguien más en su cama y se preguntó cómo habría llegado hasta allí. Se sintió en deuda y no pudo dormir. La inquietud se deshizo de su cuerpo mientras se abrazaba a un fantasma.

Autor: Raúl Muñoz

Ilustración: Laurits Andersen Ring, “La Muerte y la anciana” (1887)

Fuente original: https://mequedalapalabrablog.wordpress.com/2016/12/28/fantasmas/

LA SOMBRA

john-henry-henshall-behind-the-bar-1882

Aquejada por sus males una sombra devuelve el saludo a todos los borrachos que encuentra a su paso. No queda ningún bar abierto cuando se cubre con una bata blanca como si se tratara de un niño perdido para siempre.

Quisiera curar su enfermedad pero no está enferma: el problema es que no hay alcohol suficiente para olvidar.

Autor: Raúl Muñoz

Fuente original: https://mequedalapalabrablog.wordpress.com/2016/12/28/la-sombra/

Ilustración: John Henry Henshall, “Behind the Bar” (1882)

La guerra (Marc Chagall, 1966)

“La causa de las guerras es la codicia de los poderosos cimentada en el fanatismo de los ignorantes. Unos y otros invocan a sus dioses, pero sólo les mueve la codicia, la mezquina ambición, la obsesión por rapiñar los bienes del contrario. En esta lucha, a la que he asistido toda mi vida, no espero ni deseo la victoria de ninguno. Yo no tengo patria, ni creo en Dios alguno. Los reinos de la tierra, los imperios, las provincias y las tribus me son indiferentes. Alquilo mi espada y me acomodo al que me da el yantar, y cuando me hieda la vida, por mi manos acabaré lo que otros no pudieron”

 (Juan Eslava Galán: “Últimas pasiones del caballero Almafiera”)

 En “La guerra” Marc Chagall retrata de manera descarnada los horrores de la guerra. El cielo oscurecido por el humo, refugiados desaliñados y la nieve sucia; el único toque de brillo lo proporcionan las llamas. El hombre de la cruz está en un extremo del cuadro, semioscurecido por el humo y rodeado de siluetas aterrorizadas y desesperadas. El chivo que refugia a dos amantes y al niño puede representar un pequeño vislumbramiento de esperanza.

un caos mezquino que se repite

bicicletas en la niebla

 

“A veces creo que nada tiene sentido. En un planeta minúsculo, que corre hacia la nada desde millones de años, nacemos en medio de dolores, crecemos, luchamos, nos enfermamos, sufrimos, hacemos sufrir, gritamos, morimos, mueren y otros están naciendo para volver a empezar la comedia inútil”   

(Ernesto Sábato)

el aprendiz de brujo (114): las miserias del ser humano

cian mcloughlin“Si el hombre simplemente se sentara y pensara en su fin inmediato y en su horrible insignificancia y soledad en el cosmos, seguramente se volvería loco, o sucumbiría a un entumecedor o soporífero sentido de inutilidad. Porque, podría preguntarse: ¿por qué debería molestarme en escribir una gran sinfonía o luchar para ganarme la vida, o incluso amar a otro, cuando no soy más que un microbio momentáneo en una mota de polvo dando vueltas por la inmensidad inimaginable del espacio?”

(Stanley Kubrick)

Ilustración de Cian Mcloughlin

amores cotidianos (111): elegir un amor

Sal con una chica que leeMatisse - mujer leyendo (1921)

Sal con alguien que se gasta todo su dinero en libros y no en ropa, y que tiene problemas de espacio en el clóset porque ha comprado demasiados. Invita a salir a una chica que tiene una lista de libros por leer y que desde los doce años ha tenido una tarjeta de suscripción a una biblioteca.

Encuentra una chica que lee. Sabrás que es una ávida lectora porque en su maleta siempre llevará un libro que aún no ha comenzado a leer. Es la que siempre mira amorosamente los estantes de las librerías, la que grita en silencio cuando encuentra el libro que quería. ¿Ves a esa chica un tanto extraña oliendo las páginas de un libro viejo en una librería de segunda mano? Es la lectora. Nunca puede resistirse a oler las páginas de un libro, y más si están amarillas.

Es la chica que está sentada en el café del final de la calle, leyendo mientras espera. Si le echas una mirada a su taza, la crema deslactosada ha adquirido una textura un tanto natosa y flota encima del café porque ella está absorta en la lectura, perdida en el mundo que el autor ha creado. Siéntate a su lado. Es posible que te eche una mirada llena de indignación porque la mayoría de las lectoras odian ser interrumpidas. Pregúntale si le ha gustado el libro que tiene entre las manos.

Invítala a otra taza de café y dile qué opinas de Murakami. Averigua si fue capaz de terminar el primer capítulo de Fellowship y sé consciente de que si te dice que entendió el Ulises de Joyce lo hace solo para parecer inteligente. Pregúntale si le encanta Alicia o si quisiera ser ella.

Es fácil salir con una chica que lee. Regálale libros en su cumpleaños, de Navidad y en cada aniversario. Dale un regalo de palabras, bien sea en poesía o en una canción. Dale a Neruda, a Pound, a Sexton, a Cummings y hazle saber que entiendes que las palabras son amor. Comprende que ella es consciente de la diferencia entre realidad y ficción pero que de todas maneras va a buscar que su vida se asemeje a su libro favorito. No será culpa tuya si lo hace.

Annie Leibovitz - 03Por lo menos tiene que intentarlo.

Miéntele, si entiende de sintaxis también comprenderá tu necesidad de mentirle. Detrás de las palabras hay otras cosas: motivación, valor, matiz, diálogo; no será el fin del mundo.

Fállale. La lectora sabe que el fracaso lleva al clímax y que todo tiene un final, pero también entiende que siempre existe la posibilidad de escribirle una segunda parte a la historia y que se puede volver a empezar una y otra vez y aun así seguir siendo el héroe. También es consciente de que durante la vida habrá que toparse con uno o dos villanos.

¿Por qué tener miedo de lo que no eres? Las chicas que leen saben que las personas maduran, lo mismo que los personajes de un cuento o una novela, excepción hecha de los protagonistas de la saga Crepúsculo.

Si te llegas a encontrar una chica que lee mantenla cerca, y cuando a las dos de la mañana la pilles llorando y abrazando el libro contra su pecho, prepárale una taza de té y consiéntela. Es probable que la pierdas durante un par de horas pero siempre va a regresar a ti. Hablará de los protagonistas del libro como si fueran reales y es que, por un tiempo, siempre lo son.

Le propondrás matrimonio durante un viaje en globo o en medio de un concierto de rock, o quizás formularás la pregunta por absoluta casualidad la próxima vez que se enferme; puede que hasta sea por Skype.

Sonreirás con tal fuerza que te preguntarás por qué tu corazón no ha estallado todavía haciendo que la sangre ruede por tu pecho. Escribirás la historia de ustedes, tendrán hijos con nombres extraños y gustos aún más raros. Ella les leerá a tus hijos The Cat in the Hat y Aslan, e incluso puede que lo haga el mismo día. Caminarán juntos los inviernos de la vejez y ella recitará los poemas de Keats en un susurro mientras tú sacudes la nieve de tus botas.

Sal con una chica que lee porque te lo mereces. Te mereces una mujer capaz de darte la vida más colorida que puedas imaginar. Si solo tienes para darle monotonía, horas trilladas y propuestas a medio cocinar, te vendrá mejor estar solo. Pero si quieres el mundo y los mundos que hay más allá, invita a salir a una chica que lee.

O mejor aún, a una que escriba.

Autor: Rosemarie Urquico

Ilustración: Matisse, “mujer leyendo” (1921) y Fotografía de Annie Leibovitz

pipasAunque la chica sea de letras, conviene no descuide las matemáticas.

Las dos amigas del cortometraje “Pipas”, de Manuela Moreno, nos lo explican con detalle:

Pipas

la infancia (17): niños robados

“duerme en la casa del hospicioOtto Dix - recién nacido en las manos (1927)
donde unos nuevos padres
mañana y siempre
velarán sus sueños
ignorando que el hombre del saco
es quien le besa
cada mañana
en la cancela de una devota escuela”

(Javier Solé, fragmento del poema “Niños robados”)

Carta de un abuelo argentino de nombre Juan Gelmán a su nieta secuestrada…

“Dentro de seis meses cumplirás 19 años. Habrás nacido algún día de octubre de 1976 en un campo de concentración.

Poco antes o después de tu nacimiento, el mismo mes y año, asesinaron a tu padre de un tiro en la nuca disparado a menos de medio metro de distancia. Él estaba inerme y lo asesinó un comando militar, tal vez el mismo que lo secuestró con tu madre el 24 de agosto en Buenos Aires y los llevó al campo de concentración Automotores Orletti que funcionaba en pleno Floresta y los militares habían bautizado “El Jardín”.

Tu padre se llamaba Marcelo. Tu madre Claudia. Los dos tenían 20 años y vos, siete meses en el vientre materno cuando eso ocurrió. A ella la trasladaron -y a vos en ella- cuando estuvo a punto de parir. Debe haber dado a luz solita, bajo la mirada de algún médico cómplice de la dictadura militar. Te sacaron entonces de su lado y fuiste a parar -así era casi siempre- a manos de una pareja estéril de marido militar o policía, o juez, o periodista amigo de policía o militar.

Había entonces una lista de espera siniestra para cada campo de concentración: los anotados esperaban quedarse con el hijo robado a las prisioneras que parían y, con alguna excepción, eran asesinadas inmediatamente después. Han pasado 12 años desde que los militares dejaron el gobierno y nada se sabe de tu madre. En cambio, en un tambor de grasa de 200 litros que los militares rellenaron de cemento y arena y arrojaron al río San Fernando, se encontraron los restos de tu padre 13 años después. Está enterrado en La Tablada. Al menos hay con él esa certeza.

Me resulta muy extraño hablarte de mis hijos como tus padres que no fueron. No sé si sos varón o mujer. Sé que naciste. Me lo aseguró el padre Fiorello Cavalli, de la Secretaría de Estado del Vaticano, en febrero de 1978. Desde entonces me pregunto cuál ha sido tu destino. Me asaltan ideas contrarias.

Por un lado, siempre me repugnó la posibilidad de que llamaras “papá” a un militar o policía ladrón de vos, o a un amigo de los asesinos de tus padres. Por otro lado, siempre quise que, cualquiera hubiese sido el hogar al que fuiste a parar, te criaran y educaran bien y te quisieran mucho. Sin embargo, nunca dejé de pensar que, aun así, algún agujero o falla tenía que haber en el amor que te tuvieran, no tanto porque tus padres de hoy no son biológicos -como se dice-, sino por el hecho de que alguna conciencia tendrán ellos de tu historia y la falsificaron. Imagino que te han mentido mucho.

También pensé todos estos años en qué hacer si te encontraba: si arrancarte del hogar que tenías o hablar con tus padres adoptivos para establecer un acuerdo que me permitiera verte y acompañarte, siempre sobre la base de que supieras vos quién eras y de donde venías. El dilema se reiteraba cada vez -y fueron varias- que asomaba la posibilidad de que las Abuelas de Plaza de Mayo te hubieran encontrado. Se reiteraba de manera diferente, según tu edad en cada momento.

Me preocupaba que fueras demasiado chico o chica – por no ser suficientemente chico o chica- para entender por qué no eran tus padres los que creías tus padres y a lo mejor querías como a padres. Me preocupaba que padecieras así una doble herida, una suerte de hachazo en el tejido de tu subjetividad en formación. Pero ahora sos grande. Podés enterarte de quién sos y decidir después que hacer con lo que fuiste. Ahí están las Abuelas y su banco de datos sanguíneos que permiten determinar con precisión científica el origen de hijos de desaparecidos. Tu origen.

Ahora tenes casi la edad de tus padres cuando los mataron y pronto serás mayor que ellos. Ellos se quedaron en los 20 años para siempre. Soñaban mucho como vos y con un mundo mas habitable para vos. Me gustaría hablarte de ellos y que me hables de vos. Para reconocer en vos a mi hijo y para que reconozcas en mí lo que de tu padre tengo: los dos somos huérfanos de él. Para reparar de algún modo ese corte brutal o silencio que en la carne de la familia perpetró la dictadura militar. Para darte tu historia, no para apartarte de lo que no te quieras apartar. Ya sos grande, dije.

Los sueños de Marcelo y Claudia no se han cumplido todavía. Menos vos, que naciste y estás quién sabe dónde ni con quién. Tal vez tengas los ojos verdegrises de mi hijo o los ojos color castaño de su mujer, que poseían un brillo muy especial y tierno y pícaro. Quién sabe cómo serás si sos varón. Quién sabe como serás si sos mujer. A lo mejor podés salir de ese misterio para entrar en otro: el del encuentro con un abuelo que te espera”

(Juan Gelmán)

Ilustración: Otto Dix, ” recién nacido en las manos” (1927)

proverbios en latín (IV): habemus confitentem reum; tenemos un reo que ha confesado

Torturas inquisición“Entonces en centenares de plazas de mercado de Europa, los dignatarios eclesiásticos observaban los cuerpos ennegrecidos de sus antagonistas . . . quemarse y consumirse dolorosamente, y la propia gran misión de ellos para con la humanidad reducirse a polvo y cenizas con ellos.”

(Herbert George Wells)

Ilustración: grabado torturas Inquisición

Tener un hijo, plantar un árbol y escribir un libro

relojNo indagaré la autoría de la cita que unos atribuyen al escritor cubano José Martí y otros a un relato profético musulmán. Aquí interesa constatar que dos hijas tengo, me han dicho que no cuenta el arbusto que se murió y ahora el libro de relatos breves “REHEN DE LA MEMORIA” está en fase de impresión, una vez superada las galeradas.

Para administrar todas las novedades que se produzcan (presentaciones, booktrailer, reseñas de prensa, puntos de venta, publicación de alguno de los relatos descartados en esta primera edición u otros nuevos que vayan surgiendo) he creado en facebook un cuaderno cuya dirección es:

https://www.facebook.com/rehenmemoria

Te animo a visitar ese espacio y si es de tu interés, darle al consabido Me gusta para seguir con regularidad los avatares de este libro.

En el lateral del blog figura un enlace directo que contiene bajo el epígrafe “los libros que escribe Javier” información de esta publicación.

Ya sabéis, parafraseando la cita inicial, que tener un hijo, plantar un árbol y escribir un libro es fácil… Lo difícil es criar al hijo, regar el árbol y que alguien lea el libro. Lo de las dos hijas (sensibles, guapas e inteligentes) va viento en popa a toda vela (no revelaré aquí ninguna disputa doméstica irrelevante). Para el árbol he adquirido un manual de botánica y lo del libro es ahora cosa vuestra

Si estás interesado en adquirir “REHÉN DE LA MEMORIA” puedes contactar conmigo en:

fjaviersole@gmail.com