la infancia (139): la ciudad de Franco

MAYO 68

estoy tratando de salvar al niño
que respira palabras,
al preso de una muerte súbita
con el santo y seña de la matanza”

(David Mariné)

Mi padre me llevaba
por el barrio del Raval.

Él caminaba callado.
Yo no hablaba.
Nadie decía nada
en aquella ciudad de Franco.

Entre putas, exconvictos
gitanos y marineros
el oficinista del Banco Central
con su hijo de la mano.

Espérame en el bar
era cuanto decía

Y se perdía en el rellano
de la pensión de la calle Aurora.

El tiempo era una Fanta
con un plato de aceitunas
entre modistas, borrachos
y soldados de reemplazo.

Media hora más tarde
mi padre cruzaba la calle
y se ajustaba la pernera.

Acábate la Fanta
para él la última aceituna.

En el piso del suburbio
las voces de mis padres
antes y después de la cena.
Yo sabía que el futuro
era París o un barco mercante.

Todo esto acontecía
en mayo de mil novecientos
sesenta y ocho
en aquella ciudad de Franco.

Autor: Javier Solé

Fotografías de Eugeni Forcano y Xavier Miserachs

Más información en:

http://vaixellblanc.blogspot.com/2013/09/barrio-chino-raval.html

ciudades y personas (XVII): Barcelona. Mercat de Sant Antoni

CROMOS, LIBROS Y POSTALES

Has regresado esta mañana
al Mercado de Sant Antonio
para explorar entre los recuerdos.

los cromos de futbolistas
las revistas de cine
los libros de poesía
las postales de los paraísos

Has vaciado la casa.

todos los álbumes
todos los poemas
todas las novelas de mamá
y las fotos de artistas de papá
todo
absolutamente todo
a precio de saldo.

Como si tu vida fuera un escombro.

Autor: Javier Solé

CROMOS, LLIBRES I POSTALS

Has tornat aquest matí
al Mercat del Sant Antoni
a remanar entre els records.

els cromos de futbolistes
les revistes de cinema
els llibres de poesia
les postals dels paradisos

Has buidat la casa.

tots els àlbums
tots els poemes
totes les novel·les de la mare
i les fotos d’artistes del pare
tot
absolutament tot
a preu de saldo.

Com si la teva vida fos un enderroc.

Autor: Javier Solé

Fotografías: Mecat de llibres a la Ronda Sant Antoni (1915), Arxiu Fotogràfic de Barcelona

ciudades y personas (XVI): Barcelona. Estación de Francia

ESTACIÓN DE FRANCIA

«Si algún día me pierdo, que me busquen en una estación de tren»

(Carlos Zafón)

La niña y la maleta
en el andén de la estación,
la pepona de la mano.

Se cubre con el uniforme
de un miliciano abatido.
Le sobran mangas
o le faltan brazos.
Conserva en el bolsillo
un reloj de cuarzo
con el tiempo ya quebrado.

El legado de los pobres
un billete de tercera
en el vagón del expreso.

En el tren de la memoria
he viajado a lugares
que no conocí.

Autor: Javier Solé

ESTACIÓN DE FRANCIA

«Las vidas sin significado pasan de largo como trenes que no paran en tu estación»

(Carlos Zafón)

La xiqueta amb la maleta
en l’andana de l’estació,
la nina de cartró en la mà.

Es cobreix amb l’uniforme
d’un milicià abatut.
Li sobren mànigues
o li falten braços.
Conserva en la butxaca
un rellotge de quars,
el temps ja fet fallida.

El llegat dels pobres
un bitllet de tercera
en el vagó de l’exprés.

Al tren de la memòria
he viatjat a llocs
que mai vaig conèixer.

Autor: Javier Solé

Fotografías de Francesc Català-Roca, estación de Francia, años 50

ciudades y personas (XV): Barcelona. Gabriel A. Jacovkis versus El Raval

Musa

Te esperé
sentado ante un montón de hojas en blanco
y la botella
medio vacía a veces
y otras medio llena.
Pensé que traerías
un hallazgo entre las letras torturadas,
versos con el recuerdo
de la mujer que no supe amar,
el llanto en el alcohol cuando se vuelve poema
y la canción de un juglar.
Llegaste de la mano
del sueño, la soledad
y el oscuro reflejo de la nada.
Como siempre.

Autor: Gabriel A. Jacovkis

Fotografía: Xavier Miserachs, “Hombre leyendo en el balcón de la Pensión la favorita de la calle Arc de Sant Pau” (1962)

Fuente original: https://paramiuncortado.blog/2019/04/21/musa/

Desembarco

Buscar la farola
fue el gesto que consumía el tiempo.
La noche en la ciudad extraña
hablaba un idioma sin recuerdos.
Sin embargo
hubo el empedrado
que rompía las ruedas de los carros
y el puerto abrió su olor
al tugurio donde ahora
acude el desmayo del borracho.
Nunca volví a ver
al marinero ciego
que dijo adiós a la última gaviota.
Hoy toca ir hacia otro sur
y aprender el sabor de la distancia.
Rozar el cabo que se afirma en tierra.
Dibujar el verbo.
Aferrar la multitud de memorias
que agonizan tras el abandono.

Autor: Gabriel A. Jacovkis

Fotografía: Francesc Català- Roca, “Marineros de visita al Barrio Chino” (1953)

Fuente original: https://paramiuncortado.blog/2016/01/26/desembarco/

ciudades y personas (XIV): Barcelona. La Perona

“Se puede vivir en cualquier choza mientras conserves tus castillos en el aire”

(Batania)

Fotografías de Esteve Lucerón, “La Perona” (1980-1989)

El barrio de chabolas de la Perona estaba situado al lado de las vías del tren en el barrio de Sant Martí de Provençals, en el espacio situado entre los puentes de la calle Espronceda y el antiguo Pont del Treball -con una ramificación hasta el desaparecido puente de la Riera d’Horta-, en el ámbito del actual parque de Sant Martí y los terrenos donde Adif construye el futuro complejo ferroviario de la Sagrera. Testimonio de aquella época, al otro lado de las vías, subsiste la Torre del Fang, mientras que el puente de Bac de Roda, levantado en 1987, llegó a convivir con las últimas barracas.

Con respecto al nombre, este se empezó a utilizar a raíz de la visita, en el año 1947, de Eva Duarte de Perón, primera dama de Argentina como segunda esposa del presidente Juan Domingo Perón. También conocida como a Eva Perón o la Perona, fue protagonista de una sonada visita a la España franquista en el año 1947, cuando, acompañada del dictador Francisco Franco recorrió el Estado -incluida Barcelona- en una operación propagandística que intentaba situar España en el concierto internacional en un momento en que la ONU excluía al régimen fascista por su colaboración con Alemania e Italia durante la Segunda Guerra Mundial y Argentina era el único aliado de peso, Vaticano aparte.

Es cierto que Eva Perón tenía una sensibilidad social hacia los más desfavorecidos que no tenían los gobernantes españoles del momento, y su tirante relación con Carmen Polo, la primera dama española, fue un claro ejemplo, pero bautizar el barrio en honor suyo responde a una ‘fake news’ de la época. Sin ningún fundamento, se difundió el rumor que Eva Perón “quería hacer construir casas para los pobres en la ronda de Sant Martí, y es por este motivo que la barriada adoptó el nombre de la Perona”. Todo era mentira, pero el nombre quedó fijado para siempre.

Se distingue dos épocas en este infrabarrio que básicamente constituía una sola calle con barracas en cada lado y unos pocos accesos hacia el exterior. La primera, entre 1945 y 1967 y la segunda, a partir de aquella fecha hasta la desaparición en 1989. El punto de inflexión es el inicio de un proceso de segregación social que hará que, al final, prácticamente el cien por cien de la población pertenezca a la comunidad gitana.

En la primera época, la Perona acogió inmigrantes provenientes de varias regiones españolas de las grandes oleadas de los años cincuenta y sesenta. En aquellos años el barrio creció hasta las 460 chabolas, pero, en teoría, el emplazamiento tenía un objetivo transitorio, ya que la esperanza de sus habitantes era poder acceder a pisos de la Obra Sindical del Hogar, un hecho que se fue haciendo posible durante los años del ‘desarrollismo’.

Pero a medida que los primeros habitantes del infrabarrio accedían a pisos en bloques en el mismo barrio de Sant Martí, donde se construía a destajo -y en muchos casos, pasando del barraquismo horizontal al vertical-, la población empezó a experimentar una sustitución social, y la relación entre payos y gitanos empezó a decantarse a favor de estos últimos, en parte también por la erradicación de otros barrios donde la comunidad gitana era mayoritaria, como el Somorrostro, en la Barceloneta, desmantelado el 1966, ya que parte de sus habitantes fueron derivados a la Perona, originando una situación de “tensiones sociales y ruptura definitiva de la convivencia”.

Empieza así una segunda fase, que durará hasta la desaparición del infrabarrio, donde la situación se irá degradando. En 1971, con 653 chabolas, la Perona ya es el núcleo mayor de Barcelona, una vez desmantelados los grandes poblados de Montjuïc y el Carmel y muchos de sus habitantes reubicados en el barrio de Canyelles y en la Mina, en el municipio de Sant Adrià de Besós. Entonces la población gitana de la Perona era de un 69%, y al final de la década llegó al 95%.

El cambio en la composición social llegó acompañado de un racismo antigitano alimentado de rumores como supuestos y nunca demostrados casos de agresiones, violaciones e incluso un asesinato, o la suposición bastante extendida de que los miembros de esta comunidad no eran capaces de vivir en pisos. De hecho, los planes de reubicarlos en pisos del mismo barrio o de otros próximos contó con la oposición activa de los vecinos payos, que los querían cuanto más lejos mejor y, al mismo tiempo, se negaron a la construcción de una escuela porque consideraban que alargaría su estancia en la Perona. Los problemas derivados de la adicción a las drogas, una de las lacras de los años ochenta, acabaron de dinamizar la convivencia.

La llegada de la democracia municipal a partir de 1979 impulsó los planes de reasentamiento y el deseo de una ciudad olímpica hizo el resto. Acabar con la imagen de infravivienda sin acabar con la pobreza.

ciudades y personas: Barcelona (IV)

En mi ciudad algún dia

Yo beberé algún día
el rojo vino; el aire
de tu recuperada
libertad y saldré
por tus calles cantando
cantando hasta quedarme
sin voz -porque serás
de nuevo y para siempre-
albergue de extranjeros
hospital de los pobres
patria de los valientes
tú, Laye, mi ciudad.

Autor: José Agustín Goytisolo

El Canódromo Meridiana

“Si un día te sientes inútil y deprimido, recuerda que fuiste el espermatozoide más veloz de todos” (Groucho Marx)

canodromo meridiana

No hay fotografías de las mañanas de domingo que mi hermano y yo nos acercábamos al Canódromo Meridiana, no lejos de donde vivíamos. Tampoco –eso ya es más grave, hermanito- la película en super ocho que rodamos cuando en nuestra vida emulábamos la frescura de Truffaut y los primeros planos de sabuesos sudorosos se alternaban con rostros de viajeros lacónicos del transporte público en un montaje dialéctico que ríete tú del de Eisenstein.

Además de propiciar nuestro debut cinematográfico, el Canódromo Meridiana era un punto de encuentro, de relaciones sociales. El hecho de que en los alrededores faltaran parques y zonas verdes propició su uso como zona de paseo familiar. La entrada era libre para todas las edades y se podía apostar.

Algo parecido al “casino de los pobres” donde los obreros de la Barcelona gris del franquismo apostaban todo el dinero de la revolución pendiente confiando su futuro en el galgo más ligero. Los oscuros jefazos del movimiento, a la hora de la recaudación, recogían las monedas que ponían a buen recaudo en inmobiliarias con aluminosis.

El Canódromo Meridiana se construyó entre 1961 y 1964, en un terreno al norte de la ciudad de Barcelona. Fue el último recinto de España en ofrecer carreras de galgos hasta su cierre en el año 2006.

“En aquellos tiempos no se hablaba mucho en este país de ecologías y del respeto debido a los animales. Los galgos estaban en el Canódromo, y punto. Su única obligación se reducía simplemente a correr y tratar de llegar el primero a la meta. Nadie se preocupaba pensando dónde dormían, cuál era la calidad de las perreras, cómo se les alimentaba y cuáles eran los cuidados sanitarios que se les dispensaban. Nadie, por lo tanto, hubiese puesto entonces el grito en el cielo al saber que aquellos perros, considerados como padres de todos los perros que hoy existen, vivían en un módulo de apenas un metro cuadrado o que eran transportados en jaulas tan estrechas que con frecuencia las patas quedaban colgando fuera.

De hecho, los galgos sólo importaban durante los segundos que duraba la carrera. El espectáculo era realmente electrizante. Luego, otra vez la rutina del vuelta a empezar, la alegría de algunos apostadores, la decepción de la mayoría, las colas que volvían a formarse ante las taquillas expendedoras de boletos. Apuesta y decepción. A mí me seducía especialmente, entre carrera y carrera, contemplar a la gente y escuchar sus comentarios. Casi todos eran jubilados que apostaban ilusionadamente unas cuantas pesetas, pero que luego solían volver a sus casas con el rabo entre las piernas” (Javier Tomeo)

Al mirar las fotografías de estos galgos (o podencos) su vida se me antoja una metáfora de la nuestra; esos perros escuálidos que se lanzan a una frenética carrera en pos de una falsa liebre; corren angustiados –nos hacen correr- unos al lado de los otros ilusionados con falsas promesas. Yo nunca gané una carrera pero sé también que los que vencieron fueron segundos. La liebre es siempre la primera.

Cuando estoy triste pienso en las tardes de mi infancia en el Canódromo, en los fotogramas desdibujados que no supimos conservar. Y el espermatozoide más rápido de aquella noche incierta de un mes de octubre de 1960 (con todo el cariño para el ovario de mi madre) se transmuta en el galgo (o podenco) que, raudo, cabalga azuzado por una bella dama, que desde la tribuna del canódromo desea secretamente su triunfo, y vitoreado por unos universitarios ociosos que le jalean en la última recta, apostando su exiguo peculio en un suicida desafío a la providencia.

Es entonces cuando, un segundo antes de la derrota, saboreo el dulce encanto de la compañía.

Autor: Javier Solé, salvo los párrafos en cursiva que son de Javier Tomeo y fueron publicados en:

http://www.elmundo.es/suplementos/magazine/2006/341/1144432940.html

Relato incluido en “Rehén de la memoria”, ISBN 978-84-9050-719-3