La lluna està de dol
trista,
ensopida
absent…..
Fa uns dies que plora
callada
amb ràbia
i indignació.
I és que m´ha dit
que enyora
els teus versos
i els teus escrits
però que en un petit racó
guarda
com una esplendorosa joia
i un magnífic tresor
el teu somriure
i la teva il·lusió.
Autor: M.A.H.
L’elefantet verd
L’elefantet verd
em mira amb ulls
tristos i ensopits
preguntant-me
-on és la Laia,
la trobo a faltar?
Pobre elefantet
pateix d’enyor
d’angoixa i melangia
però es sent ben estimat,
és la Esther
qui cada dia
el cuida i el mima
a cada instant.
Un bebé tarda en nacer nueve meses, más o menos. Eso me explicaron en clase, no recuerdo ahora bien ni que profesor ni en que asignatura.
Hoy se cumplen nueve meses desde que estoy con vosotros de otra manera. Ni mejor ni peor, distinta.
Me he decido a escribir para comunicaros que no estoy sola, que soy consciente que pensáis mucho, constantemente, en mí; os siento siempre cerca. Algunos venís a verme, otros estáis ocupados, pero a menudo os oigo hablar sobre mí, o conmigo. Los hay que no dejan de llorar y quiero que sepáis que eso me gusta y me disgusta al mismo tiempo. No sé, es una sensación extraña, que no consigo comprender. Entiendo que estéis tristes, muy tristes, incluso que lloréis un poquito cada día, todos los días (especialmente mis padres, la Esther mejor que se centre en los estudios y en el baile, y que arregle la habitación que está súper desordenada) pero todo tiene un límite. Llorar, llorar cinco o diez minutos, algunos días incluso media hora. Pero no os hace ningún bien y me entristece de veras mucho que sólo lloréis y penséis en mi ausencia, olvidando que estoy con vosotros de otra manera, más sutil pero igual de intensa, menos divertida pero mucho más duradera. Madre, padre, no me marcharé de casa, no voy a independizarme. Vosotros ir tirando hacia adelante que yo me ocupo de vigilar el camino, unas veces por delante y otras por detrás. Estaré con vosotros siempre que queráis, donde y cuando me necesitéis. ¿No es fabulosos? Al final aprendí un truco de magia que me permite querer a las personas sin agobiarlas, ser querida sin apabullarlas.
Yo creo que estáis obligados a permanecer tristes pero sin exponeros a la melancolía.
No sé, pienso en mis padres y que imagino vivirán quince o veinte años, tal vez más -les queda por vivir más de lo que viví yo, que ya es mucho siendo poco- y yo estoy dispuesta a no marcharme de su lado pero siempre que me prometan que sin olvidar ni lo malo ni lo bueno pondrán el énfasis en lo bueno, que hubo mucho y que cada noche me darán un beso, como han estado haciendo hasta ahora. Me gusta, madre, que el elefante duerma con la Esther y amanezca contigo y que durante el día monte guardia en vuestra cama por si entran a robar en casa. Me gusta, también, que mi padre lleve el reloj de plástico verde. Me encanta que la Esther hablé y me cuente sus cosas y crezca y se haga mayor sin olvidarse tiene una hermana que la adora.
Sólo voy a poner una condición, y es innegociable. En el caso de que llegue a tener una sobrina o un sobrino dejo el encargo de comprarle de parte de su tía un elefante, un elefante como el mío. Incluso más grande. Pero no le regaléis el mío porque el mío es mío.
“Al regresar del cementerio, cuando empiezas a recobrar la magnitud de la pesadilla y la congoja que sospechas sellará tu vida atenaza una tarde desangelada de febrero, suena el timbre de la puerta. Puede tratarse de un vecino despistado con ganas de importunar, algún familiar que viene a llorar contigo ignorando que lloras mejor solo, o tal vez sea el de la compañía del gas para la lectura del contador.
Pues no. Es el cobrador de Santa Lucía. Tienes contratada con esta compañía el deceso; se trata de una de esas costumbres absurdas que heredaste de tu madre, En la póliza sólo estrás tú desde que milagrosamente sobreviviste a un parto agónico. Nunca se te ocurrió incluir a ninguna de tus dos hijas adolescentes. Cuestión de probabilidades.
El hombre acostumbra a venir a primeros de mes pero este febrero de 2014 no te ha encontrado en casa. Ignora pasabas los días en un hospital pediátrico velando impotente el cuerpo cada vez más vencido de una de las hijas.
Hay visitas verdaderamente inoportunas dignas del guión mejor escrito para la película más triste.
El importe de la prima mensual del seguro asciende a 18,01 euros. La factura del entierro 2.477,81 euros, con IVA.
Con la diferencia hubiéramos podido viajar el verano pasado a Escocia, unas vacaciones que Laia había deseado y preparado y que sin explicación convincente decidimos aplazar para el verano del 2014.
Ricardo y Santi, dos profesores de mates del Instituto Merçe Rodoreda lo saben perfectamente: las matemáticas están ferozmente reñidas con los sentimientos.
Autor: Javier Solé, marzo 2014
Ilustración: Egon Schiele, “la casa de la curva” (1915)
Me han propuesto sea yo quien prologue este libro. Normal, soy yo la protagonista. Es un libro donde hay un poco de todo… poemas, relatos, dibujos, testimonios, anécdotas, fotografías. Explica quien era yo y que me pasó pero yo os voy a dar mi propia versión, no me fío de esta gente.
Me llamo Laia (eso ya lo he dicho). Tenía catorce años y seis meses y siete días el mediodía del 24 de febrero del 2014 (para los que tienen problemas con los números no es difícil deducir había nacido una mañana –calurosa- del 17 de agosto de 1999. Viví, siempre, en L’Hospitalet de Llobregat, junto a mis padres y mi hermana Esther. No teníamos animales domésticos (una tortuga se suicidó y los peces de colores murieron presuntamente por sobrealimentación). La Esther quería un hámster pero en eso mis padres fueron intransigentes.
Los martes y los jueves iba a comer a casa de la abuela. No me gusta la carne. Sólo la pasta y la verdura. Y el queso rallado.
Estoy en 3º de ESO, en el Instituto Merçe Rodoreda. Los primeros días en el hospital estaba convencida que con el tratamiento y faltando tantos días tendría que repetir tercero y ahora ya veis, me he quedado sin acabar la enseñanza obligatoria. Pero no es fracaso escolar, es otra cosa. Yo siempre había sacado muy buenas notas, soy una buena alumna y una buena compañera. No me echo flores, es la verdad.
Podrán no gustarme las matemáticas de Ricardo, la plástica o los deberes del Edu pero a mí, en general, me gusta la escuela y me gusta aprender y me gusta estar con los compañeros, Soy una chica normal, tirando a guapa. Muy guapa.
(…)
Me gusta bailar. No clásica ni flamenco, sino hip hop. Estoy en un grupo de competición LIL GANGSTAS. Al principio éramos siete –luego cinco- y desde la movida de Batidos Puleva y el exitazo de la coreografía de Ángel (Kadoer) ahora somos diez. No, diez no, Ahora son nueve.
Luego estoy en otro grupo BC’N’LOCK que lleva poco tiempo y donde hay tantos que no os digo los nombres no vaya a olvidarme alguno y se enfade conmigo. En este grupo también está mi hermana. Izaskun y Roger se llevan mogollón de bien entre ellos y nos dan mucha caña en los ensayos.
(…)
La idea de escribir yo el prólogo y empezar el libro con mi testimonio ha sido una ocurrencia de mi padre. Dice que no es nueva, que ya lo hizo Billy Wilder en “El crepúsculo de los dioses”. Puede ser, yo esa peli no lo ha visto.
Hay poemas y relatos, unos tristes y otros divertidos. Pero yo los que prefiero son los que ha escrito Esther. Es que yo por mi hermana tengo adoración.
Me parece una buena idea os acerquéis a estas páginas para conocerme, o para recordarme. Sobre todo para no olvidarme. Esto que os estoy intentando decir lo ha expresado muy bien una señora que se llama Begoña Abad, en un poema cortito y sin título, que si mal no recuerdo dice así:
“Un último deseo:
déjame vivir en tu corazón cuando me haya ido”
El futuro es un tiempo que ya no viviré. Sólo tenía catorce años, Prácticamente había empezado la aventura de vivir, tenía un mogollón de películas que quería ver, sitios que visitar, sensaciones que descubrir, amigos que conocer. No viví mal, es verdad, pero me temo que me he perdido lo mejor.”
(Fragmentos del prólogo del libro homenaje a Laia, Bombyx mori ISBN 978-84-9095-196-5)
El sonido de la acequia
que acompaña la voz ronca
del padre
susurrando saetas andaluces
que inundan de azahar
las montañas blancas del Pirineo
escuchadas con los ojos bien abiertos
por la niña en su regazo.
Los versos de Lorca
que la niña maestra recita
a los piojos mudos de la escuela
embelesados por el romancero gitano
bajo el claro sol de la luna
en un barrio de gente humilde y triste.
Canciones de cuna
mil veces repetidas
a las dos hijas,
la misma melodía
que alentaba entonces el sueño
reclama ahora despertar.
Saetas, canciones y versos
que murmura
una niña maestra anciana
con la certeza amarga
de que el suero hospitalario
no reemplaza –nunca-
la leche materna.
Autor: Javier Solé
Ilustración de Gary-Nikolai Angelov
Del libro“Bombyx mori”(ISBN 978-84-9095-196-5)
CANÇÓ DE BRESSOL
Jo tinc una Mort petita,
meua i ben meua només.
Com jo la nodresc a ella,
ella em nodreix igualment.
Jo tinc una Mort petita
que trau els peus dels bolquers.
Només tinc la meua Mort
i no necessite res.
Jo tinc una Mort petita,
i és, d’allò meu, el més meu.
Molt més meua que la vida,
amb mi va i amb mi se’n ve.
És la meua ama, i és l’ama
del corral i del carrer
de la llimera i la parra
i la flor del taronger.
Este vídeo fue producido por la Escuela de Danzas urbanas Street Dance Area y dirigido y editado por el cineasta , compañero de baile y amigo de Laia, Raúl Pérez Pereira:
Lo más parecido que conozco al optimismo
es vivir el presente,
paladeando los minutos,
deletreando los segundos,
sabiendo que el día tiene 24 horas
pero disfrutando como si fueran 25
por si un cambio en la dirección del viento
lo deja en 23.
Que el día,
cualquiera,
vulgar y anodino,
vuelva a repetirse
no es nunca la peor opción.
“Entre las filas de árboles de la avenida de Los Gobelinos Una estatua de mármol me conduce de la mano Hoy es domingo los cines están repletos Los pájaros desde las ramas contemplan a las criaturas humanas Y la estatua me besa pero nadie nos ve Salvo un niño ciego que nos señala con el dedo”
(Jacques Prévert, poema “Domingo”)
Esta mañana
nubes blancas
dibujaban
en el cielo azul
una sonrisa
inconfundible
el rostro
de una joven
a la que amé.
Es imposible no ver
en las niñas que se balancean en el columpio
en las chicas que bromean con el móvil
en las jóvenes que coquetean con los chicos
a la hija ausente.
Las madres de las niñas
o los novios de las chicas
miran mi mirada
persistente y triste
tratando de descubrir
si se trata de un pederasta,
ajenos a que la tragedia
ya aconteció un invierno frío
que no consigo olvidar.
Autor: Javier Solé
Fotografía: Luis Beltrán, “a sus pies” (2009)
Del libro“Bombyx mori”(ISBN 978-84-9095-196-5)
LIBROS DIBUJADOS
Al devolver
los libros de la escuela
nos han penalizado
al descubrir
en la página que explica
la revolución francesa
un corazón dibujado.
No voy a discutir
que es un tema del tercer trimestre
Y que tú no llegaste
a conocer
ningún joven jacobino
por el que suspirar
en los aburridos e insustanciales
monólogos de los maestros
ni experimentar nunca
el temblor del amor adolescente.
Sempre que li faig un petó a l’Esther
acabo per donar-li un altre.
No és per a ella i ho sap
però fa un somriure
com si fos la Laia,
vol ser pel seu pare
durant un instant fugaç
la germana petita.
La Mort
l’ha tornat més feble,
més trista
però també molt més generosa.
Si puc,
amago les llàgrimes,
no dibuixar en les seves galtes
tota la desesperança del seu pare.
Encara tinc pendent esbrinar
per a qui o perquè li dono
un tercer petó.
Pot ser…
voltes i voltes
en aquest poema per trobar
el misteri de la vida.
Autor: Javier Solé
Del libro“Bombyx mori”(ISBN 978-84-9095-196-5)
Ilustraciones de Dima Dmitriev
Siempre que le doy un beso a Esther acabo por darle otro. No es para ella y lo sabe pero sonríe como si fuera Laia, quiere ser para su padre durante un pequeño instante la hermana pequeña.
La Muerte la ha vuelto más frágil y más triste pero también mucho más generosa.
Si puedo, oculto, las lágrimas, que no dibujen en sus mejillas toda la desesperanza del padre.
Todavía no he conseguido adivinar para quién o porqué le doy un tercer beso.
Tal vez…
vueltas y vueltas en este poema para encontrar el misterio de la vida.
En el vídeo recita el poema Imma Figa, mestra de l’Escola Patufet Sant Jordi (L’Hospitalet):