He regresado a mi pueblo
para ver a mis padres,
pues ―viejos y enfermos―
esta puede ser la última vez
que los vea con vida.
Hoy he aprovechado la mañana
para recorrer la vía verde,
que transcurre entre olivares,
hasta las minas de plomo.
A la altura de Paño Pico,
un letrero aconseja
a los senderistas
que no abandonen el camino.
Pero yo hago caso omiso
y me adentro hasta el corazón
de los olivos
porque,
aunque todavía no sé bien a donde voy,
aún recuerdo de donde vengo.
Autor: Patricio Rascón
Ilustración: Van Gogh, “olivos con cielo amarillo y sol” (1889)
Sempre pensem en la plutja
però és gràcies al vent
que l’olivera descobreix
l’efervescència platejada
dels seus mars interiors.
Tenía un crucifijo en la cabecera de la cama,
y no era creyente. Una maleta destartalada
en un rincón de la alcoba, y nunca cruzó
una frontera. El bolsillo del delantal
lleno de caramelos, y no era golosa.
Un pintalabios a juego con el tono lavanda
de su piel y dos blusas de cachemira,
pero jamás abandonó la órbita
inclinada y lentísima del luto.
Todas estas cosas tenía.
Quién era. Si supiera buscarla
en lo que no tenía.
Autor: Gemma Gorga
Ilustración: Vilhelm Hammershoi, “Interior of Woman Placing Branches in a Vase on Table”
TEMPERATURAS
Medio refunfuñando lo decía siempre la abuela:
en la cocina no puedes distraerte.
La leche se derramará cuando estés de espaldas
trajinando distraída cualquier otra cosa,
subirá la memoria al rescoldo de los fogones
y la espuma
inundará la plazoleta de los tilos
donde en verano las niñas jugábamos a la rayuela
y caíamos en casillas clandestinas
de chocolate caliente y cosquillas.
Con la tristeza de los ojos
también los gestos se heredan:
exhalo con suavidad,
levanto el pote del quemador
y espero que la espuma
exhale,
calle,
caiga nuevamente
en la amnesia cerrada del blanco.
A la sombra del eucalipto, las palabras nos vuelven azules, como si un céfiro muy suave las desprendiera de un cuadro de Botticelli. Primavera es cuando la tierra ha dado la vuelta al sol, cuando el calendario ha dado la vuelta en el corazón, cuando el espectro de los colores ha hecho el giro completo de la ruleta y caemos nuevamente en la casilla de la luz.
Autor: Gemma Gorga
Ilustración: Emanuel Phillips Fox, “una historia de amor” (1903)
Estoy hasta las trenzas,
por no decir otra cosa,
de tanta tragedia.
Al final de mis días,
escúchame bien,
esto es lo que quiero
que me quede:
una mañana de abril
sin adjetivos superfluos,
la bondad de la luna
en las noches victorianas
de invierno
y el regalo de un amor
de muchos años
que no se encuentra en los chinos
ni en Tiffany.
Lo siento por ti y por Shakespeare, Romeo.
Autor: Almudena Guzmán
Cómo puede hallar mi brújula el norte
si todo tu cuerpo está imantado
allá donde tú estás
su aguja señala
Autor: Vera Eikon
Fotografía de Michal Zahornacki
Artúrica
Em desperta la fulla freda de l’espasa
clavada al centre del llit entre el meu cos
i el teu record. Aquell qui l’ha deixada, però,
desconeix la llei més elemental de l’univers
físic: la boca que té set trobarà finalment
l’aigua, encara que el sol assequi totes les fonts
i les lleres s’omplin de sal i d’escorpins.
Autor: Gemma Gorga
Fotografía de Magdalena Lutek
Me ha dado vértigo verte tan cerca.
Si me hundo en tus ojos,
se te van derramando las pupilas
con cada caricia, con cada pausa,
con todo movimiento.
Si me acerco,
si te respiro tan cerca,
si casi te alcanzo los labios,
algo dentro me impide
arrancarte el beso, la boca,
y digo el beso, y no un beso cualquiera,
porque lo quiero todo,
la piel,
la carne que envuelve los ojos
que me han llevado a quererte,
y siento la nada en los pies, de nuevo,
la altura del deseo,
la grandeza del cuerpo,
el miedo, absurdo, a caer
en tan placentero precipicio.
Repito: me ha dado vértigo
verte tan cerca.
Autor: Ana Vega
Desearía contar los lunares
de tu rostro
en cada noche clandestina
que voy vagando
en busca de tu nombre
y de tu hombro.
Autor: Alicia García Nuñez
Fotografía de Noell S. Oszvald
Petita mort que escalfes
Petita mort que escalfes
les mitges i les calces
esperant la nit.
Pesaven el cos uns minuts abans de morir.
Pesaven el mateix cos uns minuts
després de morir. Una simple sostracció matemàtica els
havia d’indicar el pes de l’ànima.
Hi penso, ara, mentre
sostinc el llibre nou entre les mans,
les paraules encara untoses com les plomes
d’un ocell nascut de poc. I
em pregunto si, un cop llegit, també
pesarà menys. Com un cos quan perd l’ànima.
LA CASA Els ossos són llargs passadissos blancs on sempre
fa fred. como si la mort s’hagués deixat la porta
oberta. Potser el cor és el lloc on primer
germina l’espora del dolor, humida i roja,
però és als ossos on aquest dolor perdura,
insistent, com un grapadet de pols sorrenca.
L’aire es cargola, es descargola, empeny, escampa
fotografies damunt aquestes tovalles
on tan difícil és acabar-se el sopar
ara que no hi ets, ara que el menjador s’omple
amb les papallones absurdes del record.
intento fixar-los les ales amb agulles
ben fines, però sense voler em punxo els dits
i els llavis. I ja no puc, ja no puc fer
res més que passar-les d’una mà altra mà:
fotografies com petites calaveres
entre el ser passat i el no ser del present.
TRADUCCIÓN AL CASTELLANO:
Los huesos son largos pasillos blancos donde
siempre
hace frío, como si la muerte se hubiese dejado
la puerta
abierta. Quizá el corazón es el lugar donde antes
germina la espora del dolor, húmeda y roja,
pero es en los huesos donde este dolor perdura,
insistente, como un puñadito de polvo arenoso.
El aire se enrosca, se desenrosca, empuja, esparce
fotografías sobre estos manteles
donde tan difícil es terminarse la cena
ahora que no estás, ahora que el comedor se llena
con las mariposas absurdas del recuerdo.
Intento fijarles las alas con agujas
muy finas, pero sin querer me pincho los dedos
y los labios. Y ya no puedo decir, ya no puedo
hacer
nada más que pasarlas de una mano a otra mano:
fotografías como pequeñas calaveras
entre el ser del pasado y el no ser del presente.
“Perquè cada matí, quan aixeco la persiana,
la finestra ha desaparegut. O potser només
he extraviat la mirada entre el cel i algun lloc
que no aconsegueixo recordar”
(Fragment del poema “Revelació”)
Deshabitar-se
Una primera volta
i una segona volta
i una tercera volta
encara
abans d’obrir la porta
i empènyer l’ombra dins de casa
com un gos malalt.
I dir un no hola,
besar uns no llavis
i perdre’s en la no nit
de la teva absència
ECLESIASTÈS
Ens mirem fins a l’extenuació,
fins a omplir-nos el cos de llagues.
Benvingut el dolor que degota incansablement
i ens forada la pell. Tots els rius corren al mar i el mar no s’omple.
Ens bevem fins a l’extenuació, però la set creix
amb cada marea que ens llança contra la sorra de la nit.
Letal com un somnífer, em llisques saliva endins
i m’adorms les paraules.
La mort no deu ser massa lluny d’aquí:
si acuitem el pas, aviat hi arribarem.
Després de dir, desdir.
Després d’incloure, excloure.
Després d’anotar, oblidar.
Després de sumar, restar.
Després de fer, desfer.
Després d’estimar.
Després.
Què.
Ilustración: Eliseu Visconti, “Muchacha en un trigal”
Jacent
Des de l’altra banda
alenes una suavitat
tan bella
que cessa l’aire
d’agitar-se
innecessàriament
i les impureses
del viure,
planes com neu,
cauen al fons de les coses
que se’n van
am tu.
Ilustración de Egon Schiele
19.
De nit, les preguntes són fosforescents i ens miren amb el seus ulls de gat. Fosforecents como ossos soterrats. I como els ossos, dures, estranyes i persistents enllà de les respostes.
19.
De noche, las preguntas son fosforescentes y nos miran con sus ojos de gato. Son fosforescentes como huesos sepultados. Y al igual que los huesos, son duras, extrañas y permanecen más allá de sus respuestas.
Fotografía de Phil McKayi
Número 23
Aixeco la persiana perquè pugui entrar la llum.
Enretiro la cortina perquè pugui entrar la llum.
Tanco els ulls perquè pugui entrar la llum.
Número 23
Levanto la persiana para que pueda entrar la luz.
Aparto la cortina para que pueda entrar la luz.
Cierro los ojos para que pueda entrar la luz.
Fotografía de Noell S. Oszvald
60.
La boca és petita para segons quina paraula. El silenci, en canvi, és immens como un vell casalot familiar: tot hi cap, i tot s´hi perd.
60.
La boca es pequeña para según qué palabra. En cambio, el silencio es inmenso como un viejo caserón familiar: todo cabe y todo se pierde.
Ilustración: Albert Bertelsen, “Norwegian Troll Mountain”
LA INERCIA
La inercia es una extraña propiedad de la materia. Cuando te vas, por ejemplo, el aire conserva el calor de tu cuerpo durante un rato, así como la arena guarda toda la noche la tibieza triste del sol. Cuando te vas, para seguir con el mismo ejemplo, mis manos persisten en la caricia, a pesar de que ya no hay piel que acariciar, tan sólo la osamenta del recuerdo descomponiéndose en el hueco de la escalera. Cuando te vas, dejas atrás un tú invisible adherido a las cosas más pequeñas: quizás un cabello en la almohada, una mirada que se ha enredado en los tirantes del deseo, una huella de saliva en las comisuras del sofá, una molécula de ternura en el plato de la ducha.
No es difícil encontrarte: el amor me sirve de lupa.
Gemma Gorga (Barcelona, 1968) es doctora en Filología Hispánica por la Universitat de Barcelona, donde trabaja como profesora de Literatura Medieval y Renacentista.
Poesía de la experiencia que no renuncia a una riqueza formal con el uso de un lenguaje milimétricamente depurado.