Dos poemas de Luis Cernuda con pinturas Gregorio Prieto Muñoz

JARDÍN ANTIGUO

Ir de nuevo al jardín cerrado,
Que tras los arcos de la tapia,
Entre magnolios, limoneros gregorio-prieto-munoz-ruinas-de-taormina-1939
Guarda el encanto de las aguas.

Oír de nuevo en el silencio
Vivo de trinos y de hojas,
El susurro tibio del aire
Donde las almas viejas flotan.

Ver otra vez el cielo hondo
A lo lejos, la torre esbelta
Tal flor de luz sobre las palmas:
Las cosas todas siempre bellas.

Sentir otra vez, como entonces,
La espina aguda del deseo,
Mientras la juventud pasada
Vuelve. Sueño de un dios sin tiempo.

Ilustración: Gregorio Prieto Muñoz, “Ruinas de Taormina” (1939)

Los marineros son las alas del amor

Los marineros son las alas del amor,
son los espejos del amor,
el mar les acompaña,
y sus ojos son rubios lo mismo que el amor
rubio es también, igual que son sus ojos.
gregorio-prieto-munoz-marineros-1947
La alegría vivaz que vierten en las venas
rubia es también,
idéntica a la piel que asoman;
no les dejéis marchar porque sonríen
como la libertad sonríe,
luz cegadora erguida sobre el mar.

Si un marinero es mar,
rubio mar amoroso cuya presencia es cántico,
no quiero la ciudad hecha de sueños grises;
quiero sólo ir al mar donde me anegue,
barca sin norte,
cuerpo sin norte hundirme en su luz rubia.

Ilustración: Gregorio Prieto Muñoz, “marineros” (1947)

gregorio-prieto-munoz-retrato-de-luis-cernuda-1939Gregorio Prieto Muñoz (1897-1992), pintor español oriundo de Valdepeñas, perteneciente a la Generación de 27. Estudió pintura a escondidas de su padre, que no aprobaba esta devoción. Así pudo inscribirse en la Academia de Bellas Artes de San Fernando. En 1919 realizó su primera exposición en el Ateneo de Madrid.

Al principio su temática se reducía al paisaje, a la naturaleza muerta y al retrato, tratados de una forma cercana al impresionismo. Pero su contacto con la Generación del 27 lo marcaría profundamente. En esta etapa conoce a Federico García Lorca, Luis Cernuda y Vicente Alexandre.

En 1928, gracias a una beca, viaja a Roma, donde permanece hasta 1932. En esta ciudad crea sus mejores obras pictóricas: Serie de los maniquíes y cuadros greco-romanos. En la primera, se traduce la influencia de Giorgio de Chirico. Escenas de maniquíes andróginos entrelazados que traslucen una sexualidad reprimida. Al igual que, en la segunda, marineros y personajes romanos pueblan ruinas clásicas en una actitud ambigua. Se trata la temática homosexual de una forma hasta entonces inédita en la pintura española.

Ilustración: Gregorio Prieto-Muñoz, “Retrato de Luis Cernuda” (1939)

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