El hundimiento del Titanic; la moral reside en la conciencia del deber (E. Kant).

El Titanic zarpó de Southampton (Reino Unido) hacia Nueva York el 10 de abril de 1912. Era un viaje inaugural y a bordo se acomodaban algunos de los miembros más distinguidos de la alta sociedad de la época. A la altura de Terranova, en pleno Atlántico, el 14 de abril a las 23:40 horas, en medio de una calma absoluta y una noche espectacularmente estrellada, chocó por el costado de estribor con un iceberg que no fue avistado a tiempo. Dos horas y cuarenta minutos después, ya iniciado el día 15, el barco se hundió, tras irse sumergiendo poco a poco de manera inexorable.

Respecto a todos los implicados (constructor, capitán, pasajeros…) se plantean algunos interrogantes:

¿arrogancia o impericia?
¿imprudencia o soberbia?
¿impudencia o supervivencia?

En cualquier caso, el 76 % de la tripulación falleció y mientras también lo hacía el 75 % de los pasajes de tercera clase la tasa de supervivientes en los pasajeros de primera es del 61 %. Incluso en las heladas aguas del Atlántico el clasismo se mantuvo a flote.

“si cerramos los ojos, todos notamos la cubierta ceder bajo nuestros pies, la muerte subir a buscarnos y el aire helado llenarse de las voces aullantes de los moribundos y el lánguido chapoteo de los ahogados”

Durante el hundimiento, los ocho miembros de la banda dirigidos por Wallace Hartley, se situaron en el salón de primera clase en un intento por hacer que los pasajeros no perdieran la calma ni la esperanza. Más tarde continuaron tocando en la parte de popa de la cubierta de botes. La banda no dejó de tocar incluso cuando ya era seguro que el buque se hundiría.

Ninguno de los integrantes de la banda sobrevivió al naufragio, y desde entonces ha habido mucha especulación respecto a cuál fue la última melodía que interpretaron. Algunos testigos dicen que la última canción fue “Nearer, my God, to Thee” (Mas cerca, oh, Dios, de ti).

El cuerpo de Hartley fue uno de los que se recuperaron y pudieron ser identificados. Su funeral en Inglaterra contó con la presencia de miles de personas. A pesar de ser considerado como un héroe en su país, la naviera White Star Line le cobró a su familia por el coste de la pérdida de su uniforme.


La actitud de la Orquesta del Titanic puede ser interpretada de forma ambivalente, incluso contradictoria; de una parte, ante graves acontecimientos que van a provocar un desplome los implicados deciden no sólo no hacer nada, sino seguir aparentando que nada malo pasa ni va a ocurrir. Y así, continúan actuando mientras se hunde el barco, empresa, vida personal, etcétera. Sería una variante, más optimista, del caso del avestruz, que esconde su cabeza bajo tierra para no ver el peligro, creyendo que, al no ver sus problemas, estos desaparecen. Pero también admite una interpretación optimista, casi de heroicidad moral, al actuar haciendo no sólo lo que les apasiona hasta el último instante de su vida, que es lo que los integrantes de la famosa orquesta hicieron, absolutamente conscientes de lo que estaba sucediendo a su alrededor. Existiría una tercera interpretación que supone una actitud activa de estoicismo, convirtiendo su actitud-acción un imperativo categórico que insta a aceptar con serena humildad la derrota física prevaleciendo sobre ésta la victoria moral.

lustraciones: La primera imagen es de Alfred Guillou,  “adieu” (1892), las otras dos son fotografías de Eugenio Recuenco y el fragmento de película pertenece a “El última noche del Titanic” (Roy Ward Baker, 1958).

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