la mística de la cotidianidad en la poesía de Sandro Luna

«Si el sol es un milagro
os lo debe a vosotras,
hojas verdes de hierba, sanadoras
del dolor más sencillo: el de estar vivos»

(Sandro Luna)

13

Me obligo a anotar unas palabras para no perder demasiado de vista la orilla a la que regresar. Y ya es tarde. Si supe, desconozco. Si llegué a alguna costa, naufragué.

Fotografía de Artur Pastor

25

Le pido a un muerto que me escuche. Yo le hablo, no puede estar muerto. Y me responde. Sí. Con su silencio.

Ilustración: Robert y Shana ParkeHarrison, “Gray Down”

27

Todo es amor. Y ese es el lenguaje verdadero, Ninguna verdad se halla en otro sitio. Y la verdad más grande, la que no puede saberse, la tremenda ignorancia, se nos muestra.
Hay amor en la muerte, y hay belleza. Y hay silencio en la respiración y en cada pausa.
El polvo de la luz es lo que somos.

Ilustración: Paco Lafarga, “Siempre conmigo” (2005)

65

Todo aquello que amo contiene una tragedia.
Hay una extrañeza en mí que no me es extraña.

Ilustración: Frits Thaulow, “Shadows”

73

Hay pan en cada cosa y es cosa nuestra dar la boca.

Ilustración de Valeriane Leblond

La poesía Sandro Luna (L’Hospitalet de Llobregat, 1978) es un canto de gratitud al gran misterio de la existencia. Construye una mirada sobre el mundo piadosa y de asombro. Sus poemas son familiares y de engañosa sencillez. Hablan de la vida cotidiana, de las flores, del amor, de los pájaros que vuelan, del perro Dylan, del progenitor ausente, de la hija y de la compañera.

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