Los toldos de la presa de Cavallers

La historia de los toldos es, con diferencia, el relato de microhistoria relativa al movimiento obrero que más veces he escuchado. Se trata de una reivindicación de un grupúsculo de trabajadores inmigrantes, jornaleros andaluces, que solían desplazarse por las montañas de la Ribagorça, en el Pirineo de Lleida, facilitando el milagro franquista de la electricidad.

2008 (02) Piera 04La ENHER (Empresa Nacional Hidroeléctrica de la Ribagorçana) fue una compañía eléctrica creada por el INI en 1944 que acometió la construcción de presas, embalses y pantanos con la finalidad de generar millones de kilovatios y acabar con los efectos de la pertinaz sequía.

Para realizar estas obras –y la industria auxiliar vinculada- contó con presos políticos y, posteriormente, ingentes cantidades de inmigrantes. La mayoría fueron instalados en barracones, en Pont de Suert y Vilaller.

En una fecha indeterminada, con toda seguridad hacia finales de los años 50 –el embalse de Cavallers se inaugura en 1960- una decena de trabajadores, secundados por José, se plantan ante el capataz y solicitan sean recubiertos los camiones donde son trasladados con toldos o lonas que los protejan del frío y del viento. Es invierno; el desafío de los obreros llega a oídos de la dirección.

Había un alemán, ingeniero nazi al que la España de Franco daba exilio. Era el encargado de exprimir a los trabajadores. Se llamaba Kraus y era despiadado e infligía a los trabajadores un trato vejatorio. Tal vez aquel energúmeno alemán al transportar a sus trabajadores en aquellos camiones sucios y destartalados evocará con nostalgia asesina los trenes de Auschwitz.

No ganó (aquella) partida y el lunes del ultimátum toldos nuevos cubrían el camión. Naturalmente, hubo represalias y recorte en las primas de producción. Pero mi suegro me relataba el triunfo momentáneo y la satisfacción de quien sabiendo que perderá la guerra saborea los avances de cada batalla. No es difícil imaginar el traqueteo del camión avanzando serpenteando la montaña mientras los trabajadores, con una indisimulada sonrisa, entonan una saeta.

Albert Anker - El abuelo cuenta una historiaMi suegro se llama José y cada noche escuchaba la Pirenaica anhelando más libertad y menos penalidades.

Esta historia se la oí millones de veces antes de morir. Y se la explicó a sus nietas unas cuantas. Después de treinta años todavía se sentía orgulloso de haber protagonizado aquella azaña. Hoy yo os la cuento aunque imagino que hubierais preferido el relato oral de viva voz. Yo también.

Ahora el alemán arde en el infierno y mi suegro ha regresado a la Axarquía donde todas las tardes mira de reojo a una niña de tez morena y ojos negros mientras la Panda de verdiales canturrea y el olor del azahar inunda limoneros y olivares.

Autor: Javier Solé

Ilustraciones: fotografía de José de febrero del 2008 y Albert Anker, “El abuelo cuenta una historia”

Relato incluido en la versión impresa de “Rehén de la memoria” (ISBN 978-84-9050-719-3)

 

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