Muñeca (Escrito a los nueve años, 1983)
Yo soy como una muñeca rota.
En el pecho olvidaron
poner un corazón
y me dejaron innecesaria
en un rincón oscuro.
Soy como una muñeca rota,
solo escucho, antes del amanecer,
al sueño quedamente susurrarme:
“Duerme, querida,
larga, largamente.
Volarán los años
y, cuando despiertes,
la gente querrá de nuevo
cargarte en brazos,
acunarte, simplemente jugar,
y latirá tu corazón…”
Solo es horrible esperar.
Ilustración de Louis Treserras
A MAMÁ (escrito con 7 años)
Me falta
tu ternura,
Como el aire
para un ave moribunda.
Me falta
el trepidar angustiado
de los labios tuyos
Cuando me siento sola,
me falta la sonrisa
de tus ojos.
Mirándome,
tus ojos lloran.
¿Por qué en este mundo
el dolor es tan negro?
¿Será porque estás sola?
Ilustración de Evelina Oliveira
LAS NOVEDADES DEL DÍA (escrito a los 9 años)
Espero
a que alguien
me pregunte
qué vi, con quién,
dónde estuve.
Entonces abro mi libro de novedades.
¿Quieren oír noticias?
Quién murió, quién se fue,
quién se quedó solo…
¿Podemos
simplemente quedarnos en silencio?
Observemos por la ventana
el último tranvía que pasa…
Me gusta mucho la casa adormecida.
Y cuando las novedades del día
se cubren de polvo.
Yo entiendo,
no es a mí a quien esperaban.
Ilustración: Paul Delvaux, “ el final del viaje” (1968)
BORRADOR
Mi vida es un borrador
donde las letras son constelaciones…
Todos mis días malos están contados por adelantado.
Mi vida es un borrador.
Todas mis suertes y mis desdichas
quedan plasmadas en él
como un grito desgarrado por un tiro.
Fotografía de anka zhuravleva
LA LLUVIA. LA NOCHE. LA VENTANA ROTA
La lluvia. La noche. La ventana rota.
Y los trozos del cristal se atoraron en el aire
como las hojas que no alcanzó el viento.
De repente el estrépito. Exactamente así
es como se desprende la vida humana.
Ilustración: Sharon Sprung, “Windowpane”
La poeta rusa Nika Georgievna Turbiná (1974-2002) es una niña precoz que antes de los doce años era una escritora consagrada y cuya meteórica carrera y precoz genio se fue eclipsando a partir de los dieciséis. Su obra poética destaca por la melancolía profunda de sus versos, el arraigado sentimiento de soledad y la imposibilidad de compartirla. Toda su vida, como dijo de sus versos, fue un intento de romper esos muros que la separaban de los demás. Pero ni en el extranjero, ni en sus relaciones sentimentales, ni en el éxito consiguió salir de su propia celda.
El insomnio fue su gran aliado durante toda su infancia; cuando, a partir de los doce años, pudo conciliar el sueño su magia poética fue paulatinamente desvaneciéndose.
Tras una relación maltrecha con dieciséis años con un director de manicomio sesenta años mayor aparecen los problemas con el alcohol y se agudiza la inestabilidad emocional. Deja de escribir. Un primer intenta de suicidio se salda con graves problemas psicológicos tratados inadecuadamente y con secuelas físicas.
A Nika le aterraba la idea de vivir sola. Todavía escribía poemas, pero no los compartía con nadie. Ocasionalmente recibía visitas de amigos, pero su incapacidad para relacionarse y el abandono que sentía después de su fama precoz, además de sus excesos con el alcohol, no ayudaban a cambiar su situación.
Tenía escasamente veintiocho años cuando una tarde de mayo se asoma a una ventana, se sienta con los pies colgando y toma impulso. Curiosamente, la forma era idéntica a la que unos años antes en una película interpretó. Y la misma que había intentado sin éxito tiempo atrás.
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