poemas de amor, versos húmedos (133)

CREDO

Si de creer se trata, creo:
En Ernesto Guevara y los descamisados.
En Marie Curie y las probetas.
En el 1,93 m. de Cortázar.
En Groucho y sus hermanos.
En María Magdalena y el buen oficio.
En el padre de Julia y sus palabras para ella.
En Justerini & Brooks y los acantilados escoceses.
En la madre que me parió y en el mes de Agosto.
En Joan Manuel Serrat, en Curro el Palmo y el Mediterráneo.
En Darwin y el Floquet de neu.
En el diez del Barça y la inspiración divina.
En Galileo, dándole vueltas al asunto.
En Vicente Ferrer y los desheredados.
En la gente anónima y el día a día.
En el tiempo que pasamos juntos y en el Lucero del Alba.

Autor: Txema Anguera

Ilustración de Bruce Wolfe

LA CHICA DE LA TRENKA

Atraviesa este ocaso
la chica de la trenka
y los libros bajo el brazo

la novela de Simone de Beauvoir
el poemario de Pizarnik
y la plaquette de un enamorado.

Atraviesa este ocaso
la chica de la trenka,
aquella que tanto quise
la que no amé lo suficiente.

Autor: Javier Solé

Ilustración de Vincent Giarrano

Els ulls,
com una tarda,
estesos sobre el teu record.

Com un rellotge estrany,
sento les meves hores
passant cada cop menys de pressa;
s’acaba el temps
i no vull córrer més,
m’aturo;
vaig descobrint de nou
dins els teus ulls,
com un amor estrany,
els llargs cabells del mar.

Autor: Carles Duarte

Ilustración: Andrew Wyeth, “seated woman” (1942)

Estudiàvem plegats
ciències de la tendresa.
Sempre de tarda,
de cinc a vuit.
L’aula magna
era un seient de pedra
sota un vell garrofer.
En aquells temps,
tot penjava d’un fil,
àdhuc aquella brasa flotant
que allunava
en algun lloc secret
de la nit,
instant que aprofitàvem
per retrobar el punt
en el llibre de la passió,
ja que el dia
era només pels grans.

Autor: Joan Buixeda Guitián

Ilustración: Nuska, “Greenwich 2+1” (2016)

Tus vientos de otoño

El aire es ligero estando contigo,
olvido mi nombre, se detiene la mañana,
y el mar no para de mostrar sus viejos colores.

Benditos tus vientos de otoño
tu olor a prado, suave y tierno.

Por fin tus largas caricias, tus manos,
y la plenitud de no decir nada,
porque solo con tu mirada,
mi pensamiento cambia de rumbo.

Las almas tropiezan con mis sueños,
y cuando no se de ti, cuando no me miras
mi boca echa de menos
el torbellino mortal de tu saliva.

Autor: Adolfo López

Ilustración de Arina Fedchina

Adelaide

Era tan hermosa como pude imaginármela.
Los cabellos dorados como el trigo maduro.
Los ojos más profundos que las profundidades
de las aguas tranquilas.
La vi aquella tarde de diciembre
donde son tantos y todos sin meta
los caminos brumosos de la madrugada.
Nos cruzamos en los acantilados.
Nos cruzamos en el Cotillón do Cabo d’Area.
Nos cruzamos en el atrio y entre las dunas de la playa.
La miré con mis mortales ojos la única vez.
Y su silencio fue como el de un jardín cerrado.
Ella no dijo nada.
y yo no dije nada.
Yo iba a donde todos van.
Ella venía de Bristol.

Autor: César Antonio Molina

Ilustración: Laura Knight, “My Lady of the Rocks” (1918)