TOKYO
Las palomas sobrevuelan en silencio
la ciudad abierta por la victoria.
Una cabra famélica está lamiendo
la ingle de un muerto y esto es todo
lo que puedo decir
de la victoria.
Autor: Marco Antonio Raya Ruiz
La imagen era surrealista. Portaaviones y destructores repletos de cabras, cerdos y ratas flotaban en las paradisíacas aguas del atolón Bikini, en el océano Pacífico, en julio de 1946. El Gobierno de EE UU había expulsado a los 167 nativos de las islas para bombardearlas con dos armas nucleares de unos 20 kilotones cada una, frente a los 15 kilotones de la detonación en Hiroshima. El 1 de julio, los militares lanzaron en Bikini la bomba Gilda, con la imagen grabada del personaje de la actriz Rita Hayworth. El anuncio de la película, estrenada ese mismo año, proclamaba: “Bella, mortal… empleando todas las armas de una mujer”.
El 25 de julio, tiraron la segunda, bautizada Helena de Bikini por Helena de Troya, la mujer que hizo sucumbir a tantos héroes de la mitología griega. Ambas bombas generaron sendas columnas radiactivas de agua y coral pulverizado que bañaron a los animales asustados en los barcos. Los que no murieron achicharrados por las explosiones, fueron fulminados en los días siguientes por las fuertes dosis de radiaciones ionizantes.
La llamada Operación Crossroads implicó una flota de 242 barcos, 42.000 personas, 156 aviones y más de 5.000 animales, con el objetivo oficial de estudiar los efectos de un ataque nuclear, pero con el deseo oculto de mostrar músculo a la Unión Soviética tras el fin de la Segunda Guerra Mundial.
Retroenllaç: la victoria son las ruinas de la guerra – Apenas un instante
Lo de las cabras está bien. Sí.