SE LLAMABA SARA
2 de mayo de 1981,
Siete y cuarenta y cinco de la tarde.
Hay aguas
que cuando
se rompen para dar a luz
claman a gritos
un flotador al que asirse.
Yo las rompí
anegando las doctrinas
que me hablaban
de no mojarse.
y un cortocircuito de dicha contenida
me reventó.
Ilustración de Margarita Sikorskaia, “Portrait of a Mother II”
Fuente original: http://pilargorrichodelcastillo.blogspot.com.es/2012/02/se-llamaba-sara.html
My way. ( A mi manera)
A menudo imagino
que vivo en una casa
en las abruptas faldas de una montaña.
De abetos repleta,
que al abrir las ventanas
lavan mis marchitos pulmones
con su savia.
Y nieva en invierno, y en primavera
las amapolas me sueñan
rojas como esta sangre infecta.
La pradera al fondo,
en una misericordia del infinito
con sus lunares de margaritas.
Dentro el calor,
todo este calor naciente de estas manos
que no saben dónde gestar
esa familia que siempre quise.
Quise muchos hijos
para poner con ellos un abeto en navidad,
lleno de bolas y espumillones y muchas luces,
miles de luces alumbrando este cansancio.
La chimenea al fondo como una canción
crepitando cuentos con finales felices.
Esos hijos míos,
no morían en este sueño.
Se hacían juncos abiertos al sol,
que nada ni nadie quebraba.
Los hijos de mis hijos venían a verme
y con sus lenguas recién estrenadas
me llamaban abuela.
Yo les preparaba galletas en el horno.
Y juntos veíamos caer la nieve
atascando nuestra puerta, esa puerta
abierta siempre al regocijo.
Cada uno vive como puede.
Yo
me cambio de traje para otro baile
cuando el maldito griterío de mis guerras
coloniza mi mente.
Necesito que siga la danza
y siempre la misma balada de Sinatra.
“A mi manera”
Entonces lloro y sé que existo.
Ilustraciones de Gabriele Münter
Fuente original:
http://pilargorrichodelcastillo.blogspot.com.es/2016/01/amenudo-imagino-quevivo-en-una-casa.html
CAMINO
Quizás encontrar el camino
no sea el problema.
Ni el viaje una variante
de lo estático.
Quizás el problema sea
apuntar al cielo
y no saber si son las nubes
las que se mueven
o me muevo yo.
Ilustración de Andrea Kowch
Hay otros padres que han perdido hijos
y sus rostros son como el mío,
un pozo asustado de vigilias
sueros,
hospitales y pasillos donde jugar al escondite.
A todos nos alcanzó la malnacida,
y desde entonces caminamos contando
hasta cien tras los árboles.
Solo dejamos un pedazo de costado
al descubierto,
el otro se lo ha llevado ella.
Y miramos las estrellas de día.
¿ Quién necesita saber que sus hijos
son una más entre miles y están tan lejos?
Hay una voz hablando por nosotros
y una última palabra que jamás pronunciaremos.
La justicia es un torniquete en el estomago
y sus miradas el triunfo de otras batallas.
Ellos ya enseñaron sus heridas a la noche.
La valentía es cosa de jóvenes.
Nosotros,
escribanos de lo inconcluso.
vigilantes de lo inmortal.
Las heridas curan mejor al aire.
Fotografía de Noell S. Oszvald
Pilar Gorricho del Castillo (Logroño, 1961) cultiva una poesía formalmente clásica que aborda una temática dominada por el claroscuro, referencias bíblicas y cierto academicismo con una poética que no elude el desgarro. Esta introspección es agónica pero, como reconoce la misma autora, aunque no le ayuda a vivir le ayuda no morir.
Más información en: http://pilargorrichodelcastillo.blogspot.com.es/